Tras el confinamiento, una de las mayores preocupaciones que me han transmitido los padres y madres en consulta ha sido el hecho de que sus hijos habían realizado un uso excesivo de dispositivos durante la cuarentena y les estaba costando poder reducirlo.
Algo que en situaciones normales resulta difícil de gestionar, durante el confinamiento supuso una misión casi imposible para muchas familias. Soy consciente de que intentar conciliar vida laboral y familiar ha sido para muchos como un Tetris infinito y los dispositivos han supuesto un aliado en muchos momentos.
Algunos niños se muestran muy reacios a reducir el consumo de algo que les resulta tan entretenido, atractivo y fácil; ya que han creado un nuevo hábito, en muchos casos excesivo. Esto es lo que me animó a escribir esta nueva entrada en el blog donde os muestro algunos tips que os pueden ayudar para reinstaurar un buen uso de las nuevas tecnologías.
Esta vuelta al cole, a pesar de ser tan atípica, os puede ayudar a establecer de nuevo las rutinas y es un buen momento para hacerlo también con el uso de dispositivos en casa.
Contenidos de la entrada
Conciencia del propio consumo
Esta es una de las claves más importantes, por no decir que la que más. ¡Somos su mayor ejemplo!
Sin darnos cuenta, muchas veces los adultos también realizamos un uso excesivo de los dispositivos y esto lo hacemos delante de los niños.
Cuando estamos con ellos, contestamos a llamadas, emails y Whatsapps del trabajo y de nuestra familia y amigos, nos mostramos absortos cuando vemos las noticias en la televisión, les hacemos mil fotos mientras jugamos con ellos, y no nos damos cuenta de que realmente no les estamos prestando la atención que merecen y necesitan de nosotros. Ni siquiera estamos disfrutando de nuestro tiempo con ellos.
Creo que es esencial, antes de nada, hacer un ejercicio de conciencia y observación de nuestro propio consumo para poder educarles con atención, cariño y respeto y ser coherentes con lo que luego esperamos de ellos. Partir de una mirada hacia uno mismo para luego poder dirigir la mirada hacia el otro.
Esto nos va a permitir ser conscientes del tiempo y energía que invertimos en ello, en detrimento de otras cosas y así poder hacer nuestro propio reajuste, que luego podremos compartir con la familia a través del siguiente punto.
Restablecer normas compartidas
El primer paso es hacer un trabajo de investigación y observar las rutinas actuales que hay en casa. A partir de ahí será más fácil detectar cuáles no están funcionando y así poder cambiarlas y añadir otras nuevas que os puedan ayudar.
¿Por qué hablo de normas compartidas? Porque es muy beneficioso que todos los integrantes de la familia participen tanto de su elaboración como del propio cumplimiento. Os aseguro que a los niños les encanta y les motiva que sus mamás y papás tengan también normas que cumplir, igual que ellos. Además, genera un compromiso mutuo que afianza vuestra unión.
El que sean compartidas y consensuadas por todos los miembros fomentará que haya una contribución y pertenencia de toda la familia.
¿Cómo tendrían que ser esas normas?
- Pocas: ayuda a que no se agobien si son demasiadas, a poder entenderlas mejor y a poder llevarlas a cabo. Si son muchas lo más probable es que algunas se les olviden o que no cumplan todas.
- Claras: que las puedan entender perfectamente y sepan en qué consisten.
- Consensuadas y compartidas por todos: quizás la característica más importante de la que os hablo anteriormente.
- Realistas: al igual que cuando nos marcamos objetivos, tienen que ser lo más realistas posibles en función de la situación y de las características de cada familia y de cada miembro de la misma. No sirve de nada marcar normas que ya percibís de antemano que son muy difíciles de cumplir porque os frustrará a todos y os generará muchos conflictos en el día a día.
- Estables: al igual que cuando queremos crear un nuevo hábito, las normas tienen que ser lo más estables en el tiempo.
- Flexibles: aunque intentemos que sean lo más estables posibles, es inevitable que puedan surgir cambios, externos o internos, en la situación familiar. Sabemos cuál es nuestra situación hoy, pero no la que puede ser mañana, por ello es importante revisar las normas y ser flexibles para adaptarlas a cada momento si tuviéramos que hacer algún cambio inevitable, siempre que lo hagamos en consenso.
No existen normas tipo ya que cada familia es diferente, por lo que va a tener necesidades diferentes. Es por ello por lo que cada una tendrá que adaptar estas normas a su situación de forma específica. Lo más importante es estar lo más seguro posible de aquello que decidís aplicar en cada caso. Es lo que más os va ayudar a aplicarlo y mantenerlo en el tiempo.
Os puede servir mucho poner las normas por escrito. Según la edad, podéis hacer un esquema con dibujos para ponerlo en la nevera (a la vista de todos) o redactarlas para que podáis firmar vuestro compromiso para cumplirlas.
Por último, me parece muy importante destacar que tenemos que aplicar los cambios en las normas poco a poco, con cariño y respeto, y permitir que se vayan adaptando.
Pactar el tiempo de uso
Aquí llega la gran pregunta… ¿Cuánto tiempo les dejamos a los niños que utilicen las pantallas? Siempre digo que lo ideal sería que cuanto menos… mejor. Pero a mí me gusta ser realista y es cierto que en el día a día es difícil llegar a un consumo 0 (sin contar por supuesto con el tiempo que necesitan de pantallas para uso escolar).
Lo aconsejable es que no pasen más de 1 hora al día frente a las pantallas, sea cual sea. Por supuesto, este rango se debe adaptar a la edad de los niños, ya que no es lo mismo un niño de 4 años que un adolescente que ya tiene acceso a un teléfono móvil, con todo el uso que ello conlleva.
Por lo tanto, ante la duda… cuanto menos, ¡mejor! Y de igual manera, como os decía en el punto anterior, es algo que tiene que pactar cada una de las familias, teniendo en cuenta sus necesidades y características y, sobre todo, siendo respetuosos y realistas.
Pactar el momento de uso
Lo más recomendable es que el uso de las pantallas y dispositivos se realice por las tardes y nunca después de cenar o antes de irse a dormir.
Por un lado, tenemos que tener en cuenta que los niños están acostumbrados, por la rutina del colegio, a rendir intelectualmente por las mañanas, momento que tienen que aprovechar para ello. Las tardes son momentos de actividad donde suelen realizar las actividades extraescolares y es donde os digo que es más adecuado el uso de pantallas.
Por otro lado, después de cenar es el momento de bajar revoluciones, llegar a la calma y facilitar el descanso para que puedan dormir bien. Las pantallas les activan en lugar de relajarles y no podemos olvidar que emiten la famosa luz azul que, entre otras cosas, inhibe parcialmente la producción de melatonina (hormona del sueño). Esto último podrá influir sobre todo cuando se trata de una sobrexposición previa al sueño.
Pactar una zona común como lugar de uso
Otro de los aspectos más importantes para fomentar un buen uso de las nuevas tecnologías es pactar una zona común para su uso, donde compartáis esos momentos y podáis acompañarlos. También evita que se aíslen en sus habitaciones.
Al estar cerca, es más fácil estar atentos a cualquier duda que puedan tener y a supervisar, de forma respetuosa, el contenido de lo que ven y utilizan.
Además, promueve el tiempo en familia, algo que muchas veces nos resulta complicado de encontrar.
Acompañar y supervisar los contenidos, apps, juegos, …
Más allá de asegurarse de que los contenidos sean apropiados para su edad (que también), se trata de crear un espacio de comunicación, en el que podamos compartir gustos e inquietudes. ¡Los niños y adolescentes tienen mucho que enseñarnos!, al igual que nosotros a ellos.
Si les escuchamos de forma activa y conseguimos transmitirles nuestro interés por lo que a ellos les gusta, podemos crear un lugar y muchos momentos para el encuentro y podrá convertirse en algo muy valioso para la familia.
Si les acompañamos y supervisamos además estaremos atentos a cualquier duda o problema que puedan tener.
Fomentar el uso de apps, juegos, contenidos, … que potencien y generen aprendizajes
Ya que van a utilizar los dispositivos y pantallas, lo mejor es intentar que les sirva de la manera más productiva posible.
No voy a extenderme mucho en este punto ya que dentro de poco escribiré una entrada en el blog donde os daré algunas de estas opciones productivas que os comento.
El objetivo sería que no sean simplemente sujetos pasivos que reciben información (que a veces ni elijen ellos gracias por ejemplo a las reproducciones automáticas o las sugerencias) sino fomentar apps, juegos y contenidos interactivos y bidireccionales, para que de esta forma se conviertan en sujetos activos.
Así podremos facilitar que potencien o mejoren aprendizajes que ya tienen y creen nuevos aprendizajes, convertirlo en una herramienta muy útil ya que, aunque no lo parezca, ¡la tecnología no es el enemigo!
Aportar alternativas
Y, por último, darles opciones o alternativas al uso de pantallas como pueden ser:
- Fomentar actividades al aire libre.
- Promover las relaciones sociales.
- Fomentar tiempo juntos en casa y dedicarles un tiempo exclusivo todos los días, por pequeño que sea.
- Cuando salgáis a la calle… ¡0 pantallas!
- Dejar tiempo al aburrimiento, es el mayor antídoto para que ellos mismos busquen sus propias alternativas a través de la imaginación
En el fondo se trata de DESCONECTAR PARA VOLVER A CONECTAR.
Espero que os sirva para poder comenzar el cambio y os animo a que lo intentéis.
Me gustaría que pudierais compartir conmigo ¿qué es lo que más complicado os resulta en la gestión del uso de las nuevas tecnologías con los niños y adolescentes? Os leo en comentarios 🙂